SAN MIGUEL DEL RÍO TOCUYO
Don Juan de Artega escoge para establecer su “Hatto de Baca é Yeguas Mulas y Cavallos”, el sitio entre el estero y el río. Son las tierras que le han otorgado “â más de sinquenta años” a su padre Don Martín de Arteaga (uno de los primeros pobladores de Coro) por los servicios prestados a la Corona española en la conquista de estas tierras.
Es buen sitio porque por allí pasa el camino de la salina que conduce a las “Montañas de Unicasanare” en la vía hacia la ciudad de Caracas, y como su ganado se haya desparramado hacia las sabanas del puerto “que llaman de Chichiribiche” ( que fue el sitio donde desembarcó el Gobernador Don Diego Osorio en su viaje de inspección en ese año de 1594), el puerto le permitirá, además, tratar con los navíos que hacen su recorrido hacia las islas de Aruba y Curazao, así como a la costa coriana, que por lo improductivo de sus áridas tierras, son buenos sitios para avituallarlos con los productos de esta región.
Los vecinos de Coro empiezan a recibir los primeros frutos de estas tierras; traen entre otras cosas un elemento muy importante para la edificación de la nueva ciudad: maderas. Con estas maderas (“tablas y tirantes”) construirán el techo de la iglesia capitalina. El lugar de origen de estos productos lo llamaran sencillamente, Río Tocuyo.
Río Tocuyo es bueno para el comercio por su vasta producción de maderas y ganados. Su comercio de mulas es excelente, y acoge en sus contornos mucha gente que se ha atrevido venir a probar suerte.
Un buen día a comienzos del siglo XVIII llega a la vecindad una caravana de gentes portando libros, santos, hostias, rosarios,… Vienen recitando oraciones, salmos y letanías para recordárselos a quienes lo olvidaron y enseñárselos a quienes aún no los han oído. También traen entre sus bártulos aperos de labranza y utensilios para cultivar la tierra. Son los misioneros de la orden de los Capuchinos. Vienen a establecer sus misiones en estos lugares recién conocidos. Pasan por el pueblo de Río Tocuyo y entronan en su iglesia una imagen de San Miguel Arcángel, siguen, y en un poblado próximo de los Indios Mapubares, fundan el pueblo de la “Divina Pastora de Mapubares”, donde también entronan una imagen de esta santa.
Más tarde, los misioneros Capuchinos se retiran de los contornos, camino a la región de Guayana. Los habitantes de Mapubares despueblan el lugar y cuando el Obispo Don Mariano Martí, Obispo de Caracas y Venezuela del Consejo de Su Majestad, en su gira pastoral visita a este pueblo el día 4 de abril de 1773 lo encuentra casi desierto, la iglesia convertida en escombros, arrasada del todo y ordena que esa imagen de la Divina Pastora sea trasladada a la iglesia de San Miguel del Río Tocuyo. Desde entonces allí permanece, y junto con San Miguel Arcángel compartirá su patronato para la población.
El día 29 de septiembre próximo pasado, la feligresía tocuyana celebró la fiestas patronales del “Custodio y defensor de la Iglesia y el Principal de los ángeles que en particular y con nombre propio se conocen y veneran en ella, cuyo nombre significa: ¿Quién como Dios?”.
Vaya nuestro mensaje de fraternidad a esa noble comunidad trabajadora que aguarda esperanzada por un mejor destino.
San Miguel, junto con su ejército de ángeles vendrá el día del Apocalipsis a vencer el dragón, según las sagradas escrituras.
Ramón Rivero M.
Cronista del Municipio “Monseñor Iturriza” del Estado Falcón.
Chichiriviche: Octubre de 2007.