LOS ARÉVALO BRACHO
La familia Arévalo Bracho arriba a Chichiriviche en el año de 1.915, cuando en nuestro planeta recién estallaba la I Guerra Mundial, y Venezuela, por su parte, se enrumbaba por el camino del comercio del petróleo, recién explotado, a la vez que nuestra región oriental del estado Falcón también se perfilaba como una esperanza en este aspecto por los yacimientos de crudo que más tarde se explotarían en las vecinas poblaciones de El Mene y San Lorenzo, y que como puerto marítimo para estas actividades, fuera escogido, precisamente, Chichiriviche, que por la buena profundidad de sus aguas y el buen abrigo a los vientos era el sitio ideal para estas actividades.
Don Francisco Arévalo, cabeza de familia, era hombre culto, ostentaba entonces, el rango de Coronel del ejército, título obtenido en la región del Táchira, en la pacificación del país, bajo el mando de su superior y amigo Eustoquio Gómez. Doña Carmen Bracho de Arévalo fina dama solícita y abnegada, muy católica, igual que su esposo, dada a hacer el bien y a cosechar, por consiguiente, amistades.
Ellos vendrían acompañados por sus dos hijos varones Lino de Jesús y Pedro Emilio.
El Coronel(r) Arévalo, a quien desde su llegada a Chichiriviche se le trató de “Don Pancho”, llega con la firme idea de establecerse acá, “cerca de su terruño”, como él mismo decía, pues era natural del vecino Pueblo de Cumarebo, al igual que su esposa y su hijo mayor Lino de Jesús, quien nació el día 23 de septiembre de 1.911. Su otro hijo Pedro Emilio, había nacido en la región andina durante la estadía del matrimonio allá.
Llegado a Chichiriviche, Don Pancho, compra una casa al lado de la Iglesia Parroquial donde establece su domicilio, y donde funda, además, una escuela para impartir enseñanza a jóvenes y niños; allí dejó sembrado entre sus alumnos un mar de útiles y necesarios conocimientos. Luego instalará un modesto almacén de víveres que se lo regenta su padre, también venido de su tierra de origen, a quién nosotros con mucho respeto le decíamos el “Viejo Pancho”. Más tarde, en las adyacencias de la población establece una granja para la cría del ganado menor y frutos diversos. Allí Don Pancho iría frecuentemente a caballo a dirigir las labores propias de su granja.
Bajo este ritmo de actividades se mantendrá Don Pancho hasta que es nombrado Jefe Civil del Municipio, cargo este que ejerció en diferentes ocasiones, pero sin abandonar nunca sus otras tareas de maestro y productor.
El matrimonio, al participar en la vida con los pobladores, se hace acreedor a muchísimas amistades…muchísimos compadres, y por consiguiente, muchísimos ahijados.
Por su religiosidad, Don Pancho asume ser el mayordomo de la iglesia Parroquial. Él es quien coordina toda la actividad eclesiástica de la comarca y como ejecutante de Órgano que es, acompañará los actos religiosos solemnes actuando él mismo como monaguillo y corista y alternando o compartiendo con los conocidos cantores que acudían entonces a estas celebraciones, los señores Cova y Ponte quienes residían en Tucacas y se invitaban oportunamente para estos actos.
Su hijo Lino toma sus primeros conocimientos escolares directamente de su padre. Aquí compartió su niñez con los demás alumnos que asistían a la escuela, más tarde, cuando fue necesario y conveniente, fue enviado a Cumarebo su pueblo natal, para que al cuidado de sus tíos, asistiera a colegios de enseñanza superior, y más tarde será trasladado a Coro donde completa su bachillerato.
Iniciará sus estudios universitarios en la Universidad de los Andes, en Mérida, y lo culminará en la Universidad Central de Venezuela, donde obtiene el título de Doctor en Ciencias Médicas, en el mes de junio de 1.939. Este mismo año, desgraciadamente, meses antes de graduación, el 16 de marzo, muere Dona Carmen, su madre, en la ciudad de Puerto Cabello, noticia ésta que nos causó a todos profunda consternación (el certificado de defunción lo firmó el doctor Adolfo Prince Lara).
Muy resentido aún por la muerte de madre, título en mano, el doctor Lino Arévalo viaja a Coro y se entrevista con su gran amigo personal el doctor Carlos Diez del Ciervo, quien ejercía para entonces la dirección de la Sanidad Regional, éste le nombra médico rural de la medicatura de Tucacas, que era ejercida para entonces por el doctor Juan Bautista Viganoni, de muy merecida trayectoria y de muy grata recordación.
A los seis años de estadía en el cargo, en 1.946, se inaugura el primer hospital de Tucacas y el doctor Lino Arévalo es nombrado su Director.
Tanto en Tucacas como en los pueblos circunvecinos amplía sus relaciones con la comunidad como médico y amigo. La gente le ha tomado gran afecto por su trato llano y cordial, y la confianza se acrecienta por sus buenos aciertos y por el interés como se desempeña con sus pacientes.
Esta entrega de las gentes a sus manos hace que programe y organice visitas frecuentes a los pueblos vecinos para consultas colectivas. Recordemos que para esa época no existía vías de comunicación terrestres confiables. Por acá apenas en verano se podía viajar entre las poblaciones por los caminos y trochas existentes. La comunicación más expedida era la vía marítima, pero aún así, muy riesgosa pues se hacía en pequeña lanchas a vela o en canoas impulsadas a remo. Al doctor Arévalo le tocó vivir en una de estas tantas travesías una situación donde casi pierde la vida.
La actividad que tomó el doctor Arévalo como director del hospital, era agotadora. A las consultas ordinarias se le sumaban las emergencias, muchas de estas hechas a domicilio y en horas nocturnas. En diversas oportunidades pensó y así lo manifestó retirarse a Barquisimeto, donde montaría una clínica privada y así laborar con más independencia.
Esta idea se concretó en el año de 1.952, año en que ya había dejado de existir su padre. Deja definitivamente el cargo de director del hospital y se retirará a Barquisimeto al ejercicio privado de su profesión al lado de su esposa Doña Carmen Bello Antich y los siete hijos procreados en matrimonio.
Ante la inminente ausencia, la municipalidad del Distrito Silva, le rinde merecido homenaje y le otorga una placa declarándolo “Hijo Esclarecido del Distrito Silva”.
Por todas estas cosas hermosas que referimos aquí donde la familia Arévalo Bracho compartió con nosotros estos gratos momentos y la responsabilidad de que a su hijo el doctor Lino Arévalo Bracho demostró, reclamamos que el nuevo hospital de la Costa Oriental del Estado Falcón, llevara su nombre en justo reconocimiento a su noble labor aquí desplegada.
Ramón Rivero Montañéz.
Cronista del Municipio “Monseñor Iturriza”
Chichiriviche: 28 de Agosto de 2.007.
La familia Arévalo Bracho arriba a Chichiriviche en el año de 1.915, cuando en nuestro planeta recién estallaba la I Guerra Mundial, y Venezuela, por su parte, se enrumbaba por el camino del comercio del petróleo, recién explotado, a la vez que nuestra región oriental del estado Falcón también se perfilaba como una esperanza en este aspecto por los yacimientos de crudo que más tarde se explotarían en las vecinas poblaciones de El Mene y San Lorenzo, y que como puerto marítimo para estas actividades, fuera escogido, precisamente, Chichiriviche, que por la buena profundidad de sus aguas y el buen abrigo a los vientos era el sitio ideal para estas actividades.
Don Francisco Arévalo, cabeza de familia, era hombre culto, ostentaba entonces, el rango de Coronel del ejército, título obtenido en la región del Táchira, en la pacificación del país, bajo el mando de su superior y amigo Eustoquio Gómez. Doña Carmen Bracho de Arévalo fina dama solícita y abnegada, muy católica, igual que su esposo, dada a hacer el bien y a cosechar, por consiguiente, amistades.
Ellos vendrían acompañados por sus dos hijos varones Lino de Jesús y Pedro Emilio.
El Coronel(r) Arévalo, a quien desde su llegada a Chichiriviche se le trató de “Don Pancho”, llega con la firme idea de establecerse acá, “cerca de su terruño”, como él mismo decía, pues era natural del vecino Pueblo de Cumarebo, al igual que su esposa y su hijo mayor Lino de Jesús, quien nació el día 23 de septiembre de 1.911. Su otro hijo Pedro Emilio, había nacido en la región andina durante la estadía del matrimonio allá.
Llegado a Chichiriviche, Don Pancho, compra una casa al lado de la Iglesia Parroquial donde establece su domicilio, y donde funda, además, una escuela para impartir enseñanza a jóvenes y niños; allí dejó sembrado entre sus alumnos un mar de útiles y necesarios conocimientos. Luego instalará un modesto almacén de víveres que se lo regenta su padre, también venido de su tierra de origen, a quién nosotros con mucho respeto le decíamos el “Viejo Pancho”. Más tarde, en las adyacencias de la población establece una granja para la cría del ganado menor y frutos diversos. Allí Don Pancho iría frecuentemente a caballo a dirigir las labores propias de su granja.
Bajo este ritmo de actividades se mantendrá Don Pancho hasta que es nombrado Jefe Civil del Municipio, cargo este que ejerció en diferentes ocasiones, pero sin abandonar nunca sus otras tareas de maestro y productor.
El matrimonio, al participar en la vida con los pobladores, se hace acreedor a muchísimas amistades…muchísimos compadres, y por consiguiente, muchísimos ahijados.
Por su religiosidad, Don Pancho asume ser el mayordomo de la iglesia Parroquial. Él es quien coordina toda la actividad eclesiástica de la comarca y como ejecutante de Órgano que es, acompañará los actos religiosos solemnes actuando él mismo como monaguillo y corista y alternando o compartiendo con los conocidos cantores que acudían entonces a estas celebraciones, los señores Cova y Ponte quienes residían en Tucacas y se invitaban oportunamente para estos actos.
Su hijo Lino toma sus primeros conocimientos escolares directamente de su padre. Aquí compartió su niñez con los demás alumnos que asistían a la escuela, más tarde, cuando fue necesario y conveniente, fue enviado a Cumarebo su pueblo natal, para que al cuidado de sus tíos, asistiera a colegios de enseñanza superior, y más tarde será trasladado a Coro donde completa su bachillerato.
Iniciará sus estudios universitarios en la Universidad de los Andes, en Mérida, y lo culminará en la Universidad Central de Venezuela, donde obtiene el título de Doctor en Ciencias Médicas, en el mes de junio de 1.939. Este mismo año, desgraciadamente, meses antes de graduación, el 16 de marzo, muere Dona Carmen, su madre, en la ciudad de Puerto Cabello, noticia ésta que nos causó a todos profunda consternación (el certificado de defunción lo firmó el doctor Adolfo Prince Lara).
Muy resentido aún por la muerte de madre, título en mano, el doctor Lino Arévalo viaja a Coro y se entrevista con su gran amigo personal el doctor Carlos Diez del Ciervo, quien ejercía para entonces la dirección de la Sanidad Regional, éste le nombra médico rural de la medicatura de Tucacas, que era ejercida para entonces por el doctor Juan Bautista Viganoni, de muy merecida trayectoria y de muy grata recordación.
A los seis años de estadía en el cargo, en 1.946, se inaugura el primer hospital de Tucacas y el doctor Lino Arévalo es nombrado su Director.
Tanto en Tucacas como en los pueblos circunvecinos amplía sus relaciones con la comunidad como médico y amigo. La gente le ha tomado gran afecto por su trato llano y cordial, y la confianza se acrecienta por sus buenos aciertos y por el interés como se desempeña con sus pacientes.
Esta entrega de las gentes a sus manos hace que programe y organice visitas frecuentes a los pueblos vecinos para consultas colectivas. Recordemos que para esa época no existía vías de comunicación terrestres confiables. Por acá apenas en verano se podía viajar entre las poblaciones por los caminos y trochas existentes. La comunicación más expedida era la vía marítima, pero aún así, muy riesgosa pues se hacía en pequeña lanchas a vela o en canoas impulsadas a remo. Al doctor Arévalo le tocó vivir en una de estas tantas travesías una situación donde casi pierde la vida.
La actividad que tomó el doctor Arévalo como director del hospital, era agotadora. A las consultas ordinarias se le sumaban las emergencias, muchas de estas hechas a domicilio y en horas nocturnas. En diversas oportunidades pensó y así lo manifestó retirarse a Barquisimeto, donde montaría una clínica privada y así laborar con más independencia.
Esta idea se concretó en el año de 1.952, año en que ya había dejado de existir su padre. Deja definitivamente el cargo de director del hospital y se retirará a Barquisimeto al ejercicio privado de su profesión al lado de su esposa Doña Carmen Bello Antich y los siete hijos procreados en matrimonio.
Ante la inminente ausencia, la municipalidad del Distrito Silva, le rinde merecido homenaje y le otorga una placa declarándolo “Hijo Esclarecido del Distrito Silva”.
Por todas estas cosas hermosas que referimos aquí donde la familia Arévalo Bracho compartió con nosotros estos gratos momentos y la responsabilidad de que a su hijo el doctor Lino Arévalo Bracho demostró, reclamamos que el nuevo hospital de la Costa Oriental del Estado Falcón, llevara su nombre en justo reconocimiento a su noble labor aquí desplegada.
Ramón Rivero Montañéz.
Cronista del Municipio “Monseñor Iturriza”
Chichiriviche: 28 de Agosto de 2.007.
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